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quinta-feira, 1 de outubro de 2015

Mujer de cuarenta

Ha llegado una nueva mujer al vecindario,
dos hijos y tres perros, y un marido elusivo;
la mujer, de cuarenta, tiene cierto atractivo;
tomo nota de entradas, de salidas, de horario.

La mujer, de cuarenta, camina con la airosa,
sosegada cadencia de quien no tiene prisa;
sabe mirar de frente, y esboza una sonrisa
que atraviesa la calle. Parece casi hermosa.

La mujer, de cuarenta, tiene cintura breve,
firmes senos redondos, caderas ondulantes...
¿Cómo pude mirarla sin llegar a ver antes
la exquisitez y el ritmo con que al andar se mueve?

La mujer, de cuarenta, se me va apoderando
de una zona del alma, y un rincón de la piel;
en sus labios de grana y en sus ojos de miel
parece haber un brindis que se va insinuando.

La mujer, de cuarenta, se ha tornado en marea
que ha invadido mi playa; la miro cada día
directa, intensamente, y ella me desafía
manteniendo la vista, como quien lo plantea.

La mujer, de cuarenta, me ha invitado a su casa.
El marido, al trabajo, los niños en la escuela.
Y en alcoba de espejos al fin se me revela
su desnudez espléndida, que me envuelve y abrasa.

por Francisco Álvarez Hidalgo
fotografia de autor desconhecido

terça-feira, 30 de junho de 2015

Ella

Desnúdenme tus manos lentamente
sobrenadando senos y caderas,
y desliza tus dedos diligente
entre botones, lazos, cremalleras.
Mira mis ojos y ábreme la blusa,
y descuelga los pechos prisioneros,
que mi deseo nada te rehusa,
y ellos son del deseo mensajeros.

Se abren a tí como dos rosas tiernas,
esperando la lengua en los pezones,
y percibo temblores en mis piernas,
y un aire abrasador en los pulmones.

No hay en mi ofrecimiento ambigüedades,
va a tí sin desvergüenza o timidez,
y aunque con tinte de frivolidades,
parece siempre la primera vez.

Besa con humedad mi boca hambrienta,
y haz que ambas lenguas jueguen en contacto,
no ha de haber nada a lo que no consienta ,
mía es la voluntad, tuyo es el acto.

En la espalda hay insólitos caminos
que mi mano jamás ha transitado,
y de tus dedos brotan remolinos
erizando la piel de mi costado.

En breve y delicada sacudida
mis hombros de la blusa se desprenden;
semidesnuda estoy, y enardecida,
y alzo los brazos, que hacia tí se extienden.

Detente brevemente en la cintura,
rodéame en caricias circulares,
y explora el resto de mi arquitectura,
con paso franco a todos mis lugares.

Cae la falda a los pies..., al fin desnuda...
Qué libertad e independencia siento.
No queda en mí vacilación ni duda,
sólo serenidad..., y atrevimiento.

Están mis ojos en tus ojos fijos,
y tus manos me arropan insistentes;
suaves contactos causan regocijos,
lentas fricciones llegan más frecuentes.

Aproxímate más, cúbreme entera,
encadéname a tí, y abre mi rosa,
dame un beso total, de tal manera
que resulte en fusión voluptuosa.

Quédate en pie y recibe el doble abrazo,
y al rodear tu cuerpo con mis piernas,
introduce tu furia de un zarpazo
anegando mis cámaras internas.

El ímpetu, el gemido y los sudores
me dirán que soy tuya y eres mío;
seremos mutuamente posesores,
como el cauce y las aguas en el río.

por Francisco Álvarez Hidalgo
fotografia de autor desconhecido